Juan Gelman nació en Buenos Aires el 3 de mayo de 1930 y falleció en México D.F el 14 de enero de 2014. Para muchos es uno de los poetas argentinos más importantes de mediados del siglo pasado e incluso quienes no disfrutan de su estética poética no pueden negar la versatilidad y la capacidad creadora que le acompañó siempre.
Juan Gelman fue un autor absolutamente precoz. Comenzó intentando versos a los ocho años y un par de años más tarde vio la luz su primer poema en la revista literaria «Rojo y Negro». Desde entonces no abandonó jamás su vocación poética. Poco a poco, palabra a palabra, se fue convirtiendo en uno de los grandes referentes literarios de su generación hasta conseguir un cierto prestigio internacional que vino acompañado de importantes premios como el Cervantes y la beca Guggenheim.
La obra de Gelman se encuentra atravesada por el dolor y la dictadura y es imposible escribir sobre ella sin presentar al Gelman político y al hombre, porque justamente su poesía y su vida se están chocando-encontrando constantemente y son inseparables. Su faceta política incluso en determinados momentos fue más importante que la poética. Fue uno de los fundadores del grupo político Nueva Expresión, creadores de la editorial La Rosa Blindada que publicaban libros de base marxista aunque desvinculados de las ideas ortodoxas del partido. Posteriormente militó en las Fuerzas Armadas Revolucionarias y dirigió el Movimiento Armado Montoneros hasta su exilio en 1976, cuando se impuso la dictadura militar.
Durante algunos años vivió en Madrid, Francia, Estados Unidos y México, sin perder sus lazos con el movimiento revolucionario y escribiendo tanto crónicas periodísticas como poesía. El dolor, decía, marcó la vida y la obra de Gelman de forma crucial cuando en agosto de 1976 sus hijos Marcelo y Nora y su nuera Claudia fueron secuestrados. Claudia estaba embarazada. Nunca volvió a ver a sus hijos aunque sí encontró a su nieta, Macarena, que había nacido en cautiverio y desconocía absolutamente su verdadera historia. Estos hechos lo llevaron a escribir de una forma cada vez más desgarradora y visceral. Algunos de sus títulos «Hechos y relaciones», «Hacia el sur», «La junta luz», «La abierta oscuridad» y «Bajo la lluvia ajena» pueden servirnos para acercarnos a los intersticios de esa agonía y comprender la situación política personal y social de aquellos años.
Gelman no volvió a residir en Argentina aunque mantuvo una estrecha relación con el mundo literario e intelectual del país; trabajó hasta poco tiempo antes de su muerte como columnista del diario Página/12 y luchó con todas sus fuerzas para fomentar las investigaciones en torno a la violación de derechos humanos en el país durante la dictadura militar. Sus ideas fueron avaladas por un gran número de intelectuales latinoamericanos, como Eduardo Galeano, Octavio Paz, Gabriel García Márquez y Alberto Moravia, por nombrar algunos de ellos.
La poesía de Gelman fue tan revolucionaria como su actitud frente al mundo. Se desprende de ella un marcado esfuerzo por desprenderse del lirismo y apostar por una expresividad llana y coloquial, con la cual Gelman ha conseguido plasmar imágenes potentísimas, capaces de atravesarnos el cuerpo y el alma, como sólo la poesía sabe hacerlo. Entre sus autores de referencia se encuentran César Vallejo y Rául González Tuñón. Junto a José Luis Mangieri, Hugo Ditaranto y Juana Bugnozzi entre otros poetas fundó el grupo «El pan duro», que defendía la poesía como una forma de estar en el mundo, una actitud de libertad que se oponía a la mediocridad de aquel mundo y planteaba la lucha por una nueva realidad.
Lo recordaremos siempre, como el gran poeta transgresor, que hizo del lenguaje coloquial la mejor forma de crear poesía y de ésta un espacio para estar y quedarse. Nos queda su poesía, su «Gotan», sus «Escritos Urgentes» y la impresionante «Poesía reunida» que ha publicado Seix Barral en la que podemos encontrarnos con todo Juan Gelman.