Gregory Zambrano nació en Mérida (Venezuela) y es un escritor que se ha destacado no sólo en campo creativo poético y narrativo sino también en el área de la investigación literaria. Ha colaborado en diversos estudios en torno a la literatura latinoamericana y se le reconoce su trabajo para dar a conocer la literatura venezolana en el exterior. Y desde hace un par de años trabaja como profesor en cursos sobre literatura hispanoamericana que dicta el Instituto Cervantes de Tokio.
Entre sus obras poéticas más importantes podríamos citar «Dominar el silencio», «Desvelo de Ulises y otros poemas» y «Paisajes del insomnio». Sus ensayos más significativos, por otro lado son «La tradición infundada. Literatura y representación en la memoria finisecular», «De historias, héroes y otras metáforas» y «Hacer el mundo con palabras» (un estudio sobre los universos poéticoficcionales de García Márquez y Kobo Abe). Además, ha desarrollado también un extenso análisis en torno a la obra de Mariano Picón Salas, que ha quedado plasmado en su libro «Mariano Picón Salas y el arte de narrar». Ha escrito también algunas obras en coautoría, entre las que cabe destacar «Mujer, cultura y sociedad en América Latina». Cabe mencionar su también su importante papel en la fundación del Taller Literario Mucuglifo y su respectiva editorial, así como también de la Fundación Casa de las Letras Mariano Picón Salas.
Si nos guiamos por que se publica en la revista Arquitrave acerca de su obra, podemos decir que su poesía tiene un hilo conductor común que nos permite unir todos los poemas en un ramillete. El viaje es ese eje, aunque la forma en la que Gregory lo mira a través de sus diversas épocas va cambiando. Un viaje que se cuenta tanto desde el interior como desde el movimiento físico. Viaje que podría vincularse con la sensación de extrañeza y reconstrucción que todos parecemos experimentar, y la forma en la que nuestros movimientos se van hilando con nuestra memoria según pasan los años, entramando una historia personal y única.
Y en esa concepción del viaje hay también notables reflexiones en torno al extranjerismo por partida doble. Ese que experimenta un individuo tanto al marcharse por primera vez de su patria, como el que siente al regresar, tan pleno de experiencias extrañas en esas mismas tierras que le vieron crecer. Esa extrañeza de no encontrar palabras que expliquen su experiencia, ese vacío de estar parado en una frontera que no puede compartir completamente con los suyos. El viaje, aquí se plantea como un billete de ida hacia la soledad, ese estado necesario en la escritura e irremediable en la migración. Y aquí podríamos enlazar con otro elemento muy presente en la obra de Gregory: el silencio; que por momentos es la ausencia y la pérdida (el silencio de muerte) y en ocasiones ese espacio por el que se cuela la luz: fundamental para conseguir una escritura clara y válida. Sin duda el responsable de que Gregory haya sido capaz de componer una poesía tan sentida y cuidada.
Leer a Zambrano nos puede permitir acercarnos a ese testimonio poético del viaje interior, en el que tiene lugar una profundización de los propios sentidos a través del lenguaje. Podríamos citar como buen punto de partida su plaquette titulada «La tinta de Alcatraz», que parece una forma lumínica de acercarse a su forma de percibir la poesía: como un espacio de encuentro y aprendizaje de las experiencias sensoriales y un diálogo íntimo con el afuera desde la palabra y el silencio. Es inevitable conocer a Gregory Zambrano si hablamos de literatura latinoamericana, por lo que queda aquí esta recomendación, que espero no duden en tomar.