Para Javier Campos todo el arte, y esto incluye a la literatura, es una mirada diferente del mundo, es decir de todo lo que se mueve en la realidad externa (el mundo exterior) y la interna (en el interior de los individuos); un movimiento que se puede construir y comprender a través de la reflexión y la imaginación únicamente. Es importante tener en cuenta esa idea suya de la creación para poder entender su escritura, que se basa estrictamente en la construcción de un estado imaginario que por momentos se acerca muchísimo a la realidad pero en ocasiones se aleja, hasta crear situaciones y realidades absolutamente diferentes, con elementos auténticamente ficcionales.
Entre los temas fundamentales de la obra de Campos se encuentran aquellos existenciales que atraviesan la literatura de punta a punta: el amor, la muerte, el exilio, el dolor y la pérdida; todos ellos tratados desde un punto de vista apolítico (si fuese esto posible), como si escribir se tratase de una búsqueda ajena a toda ideología, afincada mejor en la idea de que es posible imaginarse un mundo diferente, absolutamente desligado de los principios políticos y estructurales hasta ahora conocidos. Campos se apoya en las palabras de Octavio Paz para decir que todos tenemos imaginación pero conseguir trabajar con ella sobre una obra de arte es lo difícil y lo que él se ha propuesto desde el principio: una creación absolutamente desligada de las nociones reales de la existencia.
En ese sentido Campos nunca ha pertenecido a una generación y considera que el arte debería apuntar a un decir universal para huir de los convencionalismos y las fronteras espacio-temporales, por lo tanto considera que lo mejor que se le puede decir a un escritor es que está perdido en el limbo, sin compañeros a través de los cuales mirarse o gracias a los cuales construirse.
Su trabajo literario puede dividirse en dos etapas bien definidas: la primera, que va desde sus primeras publicaciones durante el gobierno de Salvador Allende y que termina con el golpe militar que concluye en su exilio. Aquí comienza la segunda etapa de su obra en la que Campos se ocupa especialmente del tema del exilio y elabora sus trabajos más importantes como escritor. Sin duda el hecho de haber tenido que huir de su país le marcó muchísimo (como es de esperarse) tanto a nivel afectivo y emocional como intelectual y todo esto se ve reflejado en su obra.
Entre sus obras más importantes podemos señalar su novela «Los saltimbanquis», el libro de cuentos «La mujer que se parecía a Sharon Stone» y los poemarios «Las últimas fotografías» y «Las cartas olvidadas del astronauta». Ha sido galardonado con el Premio Letras de Oro para escritores hispanoamericanos residentes en Estados Unidos y finalista del Premio Casa de las Américas de Cuba. Además ha sido entrevistado por importantes medios de comunicación que se ocupan del mundo de las letras, tales como la revista Mid-American Review y la Panamerica de Berlín, entre otros.
En la actualidad trabaja dando clases de Literatura Latinoamericana en Connecticut, en la Universad Jesuita de Fairfield y como columnista en El Mostrador, un periódico chileno de tirada digital. Además, continúa publicando libros tanto en Estados Unidos como en Chile.
Decía que el exilio marcó en profundidad a Javier Campos y considero que es uno de los temas que mejor ha sabido interpretar y expresar a través de su obra. Seguramente se trata de uno de esos escritores a los que vale la pena leer, porque todo lo que se diga de él es insuficiente para entender su universo literario. ¡No se lo pierdan!