Roberto Bolaño es uno de los escritores chilenos que mejor ha sabido trascender. Nativo de Santiago de Chile (nació el 28 de abril de 1953) pero afincado en España a partir de los 70, supo abrir un nuevo espacio de expresividad narrativa y poética, huyendo de la marginalidad y mostrando su gran valía como cuentista, novelista y cronista. Jorge Edwars, escritor también nacido en Chile, dijo de él que fue el más destacado de su generación y el más original. Y justamente la originalidad es lo que todos los críticos supieron ver en la obra de Bolaño y lo que le granjeó una reputación que ha sabido permanecer después de su muerte.
Cuando tenía 15 años su familia se mudó a Ciudad de México, donde Roberto continuó con sus estudios y comenzó su carrera literaria: primero como articulista en diversos medios periodísticos y más tarde como cuentista. No obstante y pese a sus altísimas condiciones no consiguió la notoriedad que sus letras se merecían.
A los veinte años volvió a Chile, y su interés por las causas sociales lo llevó a sumarse a la Unidad Popular, la resistencia estudiantil e intelectual durante el golpe de Estado de 1973. Roberto fue apresado junto a un grupo amplio de activistas. Pasó ocho días en la cárcel y al ser liberado decidió regresar a México para entregarse completamente al oficio literario. Esta vuelta fue absolutamente fructífera; no sólo comenzó a escribir de forma compulsiva sino que junto a un grupo de escritores fundó el infrarrealismo, un movimiento con tintes de vanguardia que ponía en tela de juicio el canon literario y proponía una nueva forma de exploración del lenguaje, que consistía en la búsqueda de lo llano y el recorte de todo artilugio artificioso.
Pero no tardó en volver a él deseo de marcharse y el destino escogido esta vez fue «El Salvador» y más tarde, Europa. En este nuevo viaje se acercó a personajes importantes de la esfera literaria mundial, tales como Roque Dalton, Carmen Martín Gaite y el editor Jorge Herralde, que fue fundamental para su despegue como escritor en España.
La vida como expatriado no fue sencilla para Roberto, sin papeles y con serias dificultades económicas, se vio condenado a situaciones estresantes y a estar en contacto con la miseria. Antes de conseguir mantenerse con su obra debió aprestarse para realizar todo tipo de trabajos. Conoció así la triste realidad del inmigrante que viene sin dinero ni acomodo. Bolaño trabajaba durante muchas horas de lavaplatos, vendimiero, vigilante de seguridad, y escribía en el tiempo que le quedaba. Posteriormente, todas estas experiencias le servirían como material de ficción, que supo aprovechar con ingenio y autenticidad.
Las obras fundamentales de Bolaño son «Reinventar el amor», «Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce», «Estrella distante» y «Los detectives salvajes». No obstante, para muchos, la obsesión que le consumió en los últimos años (surgida del diagnóstico de una grave enfermedad hepática) y que le llevó a convencerse de que debía dejar un importante legado literario, le condujo a un camino de obras no tan potentes. Sea como sea, para muchos obras como «Los perros románticos» y «Llamadas telefónicas» son referentes ineludibles de la buena literatura del siglo XX.
Su obsesión, además, se vio recompensada con la consecución de importantes premios, tales como el Herralde y el Rómulo Gallego de novela. Su legado, claro está, existe, su obra es fructífera, compleja y necesaria, y además cuenta con registros muy diversos que van desde lo policial a lo realista, pasando por lo épico y lo marginal. Sin duda, Bolaño es uno de esos autores a los que tarde o temprano llegamos para quedarnos.