Elvio Romero fue un escritor paraguayo nacido en Yegros el 1926 que cultivó fundamentalmente el periodismo y la poesía. Se lo considera uno de los grandes poetas paraguayos de las últimas décadas, gracias a las numerosas traducciones que han tenido sus obras. Cabe señalar que su preocupación por la situación de la gente del campo lo llevó a crear una poesía social y comprometida que atrae de forma rotunda a aquellos que se encuentran interesados por este tipo de problemáticas.
En 1947, debido a la difícil crisis que se vivía en Paraguay por la llegada de Higinio Moríñigo al poder, Romero se trasladó a Argentina, donde vivió hasta el día de su muerte. teniendo en cuenta el caracter político y social de su poesía, no resulta extraño imaginar las difíciles situaciones que habrá debido afrontar durante esos años. Muchas de ellas quedaron plasmadas en sus obras son «Días roturados», «Despiertan las fogatas» y «Libro de la migración».
La infancia de Romero estuvo marcada por la pobreza, pero también por la presencia de la imaginación y la magia en el entorno cotidiano. Su padre era campesino, pero además de labrar la tierra, se dedicaba a hacer pequeñas figuritas en madera que vendía de pueblo en pueblo y hacía también espectáculos de malabarismo. En ese ambiente bohemio donde el arte ocupaba un lugar fundamental, Elvio fue construyendo un pequeño universo en el que ponerse a salvo de los golpes de la vida.
Como en su casa se hablaba guaraní, cuando comenzó la escuela tuvo serias dificultades para hacerse entender, hasta que consiguió aprender español gracias a una especie de antología casera que había construido su madre para él: un viejo cuaderno con hojas de diarios y revistas con poesías de autores conocidos. Gracias a esta lectura aprendió a hablar y además encendió su chispa lectora. Se enganchaba con facilidad a Gustavo Adolfo Bécquer, Rubén Darío y Amado Nervo y procuraba memorizar algunos versos para practicar el idioma. Con el comienzo de la Guerra Civil en España llegarían a Latinoamérica importantes autores que huían de la dictadura y con ellos, venían las letras de otros muchos (algunos asesinados por el régimen, como Federico García Lorca, o encarcelados como el caso de Miguel Hernández). Juan Ramón Jiménez y Rafael Alberti serían dos importantes referentes para Romero, que buscaría en sus poesías un significado nuevo para la palabra.
«Nuestra profunda tierra«. Así llamaba Romero a su Paraguay. Después de haberse encontrado con numerosos autores exiliados de sus respectivos países, también le tocó el turno a Elvio ya que, siendo comunista, y militante del partido, tuvo que emprender el exilio. Se fue a Argentina y ya no volvió a Paraguay, esa profunda tierra de la que tanto escribiera y a al que tanto respetara.
Al leer a Romero descubrimos que una de las características fundamentales de su poesía es su interés por la tierra y la naturaleza. Muchos de sus poemas tienen al sol, al suelo y al agua como protagonistas, mientras reflexionan sobre la forma en la que hemos ido creando una estrecha relación con la naturaleza, y también sobre los métodos de dominación que hemos ido adaptando y aceptando, sin importar las consecuencias, en un mundo cada vez más desolado y violento. Con un estilo claro pero que tiende a los adornos y a la expresión lírica en su sentido estricto, Romero nos ha dejado maravillosos versos que pueden ayudarnos a entender la vida no sólo de los ciudadanos paraguayos en contraposición con la explotación que han sufrido a lo largo de su historia, sino también de todos nosotros, como seres sintientes que ansían la libertad. ¡Una lectura que les recomiendo no perderse!